miércoles, 11 de mayo de 2011

CON 7 MIL ARBOLES PEDRO URETA CREO UNA GUITARRA

CON 7 MIL ARBOLES CREO UNA GIGANTE GUITARRA EN HOMENAJE A SU DIFUNTA ESPOSA PDF Imprimir E-mail
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Pedro Martín Ureta, productor agropecuario, realizó una obra de arte que se puede apreciar desde las alturas.
Hay muchas y diversas maneras de hacer arte, en la localidad General Lavalle, de Argentina, Pedro Martín Ureta, productor agropecuario, decidió hacerlo utilizando árboles. En la monótona llanura pampeana, hay una arboleda de 7 mil cipreses y eucaliptos en forma de una gigantesca guitarra. Tiene aproximadamente un kilómetro de largo.

Ureta tiene 70 años y decidió realizar esta obra paisajística en homenaje a su difunta esposa, Graciela Yraizoz, quien murió cuando sólo tenía 25 años. Ureta, de una familia estanciera, fue un bohemio en su juventud. Viajó a Europa y se codeó con artistas y revolucionarios. Tras volver al país a finales de los años 60, a los 28 años, fue cautivado por Yraizoz, quien apenas tenía 17 años.

"Ella era muy emprendedora, vivía haciendo cosas", dice Soledad, de 38 años, uno de los cuatro hijos del matrimonio, al diario La Nación. "Ella ayudó a guiar a mi papá. Vendía ropa". Un día durante un vuelo sobre la llanura pampeana, Yraizoz divisó un campo que, por obra de una peculiaridad topográfica, desde el aire parecía un balde, cuentan sus hijos. Fue entonces cuando ella comenzó a pensar en diseñar la propia finca de la familia en la forma de una guitarra, un instrumento que adoraba.

Hoy, Ureta dice que la muerte de su mujer orientó su vida en una dirección más filosófica. Dice que se retrajo un poco. Leyó sobre el budismo. Ureta parafrasea un verso del cantautor y escritor Atahualpa Yupanqui que le quedó grabada en la cabeza: Galopaba mucho y lo mismo llegué tarde. Unos años después de la muerte de su Graciela, Ureta decidió cumplir con sus deseos sobre el diseño de la estancia. Como los paisajistas con los que consultó estaban predeciblemente desconcertados, se hizo cargo del trabajo.

Un proyecto difícil

La mayor parte de la guitarra, como el cuerpo y la boca en forma de estrella, está hecha de cipreses. Ureta plantó seis filas de eucaliptos para que hicieran de cuerdas, cuyo tono azulado ofrecía un contraste desde la altura. Plantar la guitarra fue un trabajo de toda la familia, y hacer que los jóvenes árboles crecieran fue más difícil.

Las liebres y los cuises destruían las frágiles plantas. "Es una zona semiárida y hay vientos fuertes y sequías", dice el estanciero. "Tuve que sembrar y resembrar y casi abandoné el proyecto".

Finalmente, Ureta tuvo una inspiración. Puso algunos metales de desecho y mangas protectoras en torno a los jóvenes árboles. Cuando los árboles finalmente comenzaron a crecer, María Julia, la hija de 39 años, dice que fue lo más parecido posible a que la madre volviera a vivir.

Como dato curioso, cabe destacar que Ureta nunca ha visto la gran guitarra desde el cielo, excepto en fotos y esto se debe a que teme volar.